lunes, septiembre 04, 2006

L i t o r a l


Ayer llovía en la noche.
Intermitentemente.
Un concierto de gotas en la calle.
Se me olvidó el paraguas en casa.
Qué tonta.
Salí con un periódico cubriéndome la cabeza.
En menos de dos minutos me convertí en un húmedo molusco.
Seguí caminando por la Avenida Revolución.
De molusco pasé a pulpo, luego a mantarraya, tiburón, ballena, plancton... toda la fauna marina.
La lluvia se convirtió en tormenta.
Y yo allí, caminando, con el agua inundándome los ojos.
Una inundación.
Pasé junto a una alcantarilla.
Estaba tan mojada que no me dí cuenta del momento en que me convertí en líquido.
Y así, líquida, me llevó la corriente.
Con miedo me dí cuenta que navegaba por el drenaje profundo de la ciudad de México.
Oscuro.
El halo de algún poste de luz se filtró.
Por lo menos ya podía ver algo.
En mi flotaban latas de coca cola, bolsas de supermercado y alguna que otra colilla de cigarro que algún inconsciente había tirado al suelo.
Escuché que afuera seguía lloviendo, más fuerte.
El concierto de gotas cambió de Andante a Alegro Molto Vivace.
La corriente me llevó más rápido cada vez.
Un revolución.
Tardé una semana en ver la luz del sol.

La luz del sol.
El calor de sol.
El color del sol.
Sal.
El olor del mar.
Litoral.
Literal.

Y yo allí, en mi forma líquida, sucia, llena de latas y bolsas.
Abracé al mar con cierta vergüenza.
Me abrazó dulce, cálido...


Y yo allí, en mi forma líquida.

Había mutado.

Y desde este día me convertí en mar.



Las olas, la pleamar y las mareas.





Me había convertido en mar.

1 Comentarios:

A la/s 4:25 p.m., Anonymous Anónimo dijo...

Wow!!! profundo... escribes muy lindo, mira que no cualquiera puede transmutar en tantas especies = ) un saludito

 

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